Justo cuando pensaba que todo estaba bien, me doy cuenta que no he crecido mucho, que sigo cometiendo los mismos errores, que aun perduran aquellos viejos rencores y me acechan los mismos miedos. Pero me calmo, me siento tranquilo en el suelo y respiro profundamente, no es algo nuevo. La desesperación no ganará esta batalla. Siento las ansias de buscar un libro, de aquellos que te salvan del naufragio de saberte perdido y decepcionado. Acepto los consejos de un viejo y cansado Rousseau y dedico un fin de semana a encontrar la anhelada claridad mental que me llevará a una estabilidad más concreta. Tranquilo pienso y medito como el paseante solitario. Encuentro una pequeña luz y salto a su encuentro y ya todo esta claro, ya todo tiene más sentido. Cuando eso pasa, respirar es más fácil y todo adquiere más sentido, los sentidos están despiertos y listos para cumplir su función.
Al final pienso que los corazones humanos se rompen y sanan y sanan... y vuelven a romperse. Así es la vida, es compleja porque nadie nace sabiendo como vivir. Pero la vida es una aventura que vale la pena vivirla, quiero pensar eso y respiro tranquilo por ahora y me voy silbando tranquilo por las calles de la ciudad. Aunque sé que cuando menos lo espere el corazón se va a volver a quebrar. Pero así también, va a volver a sanarse.
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