Hace ya muchos años que vengo pensando que la navidad es una mala fecha, en la que el consumismo inunda a toda una sociedad y vuelve los centros comerciales una especia de santuario al que todos nos dirigimos. Si me preguntaran mi opinión sobre estas fechas el año pasado, o el anterior yo habría hecho una mueca d desprecio, dejando en claro que estas fechas son malas, ni siquiera son buenos motivos para pasar un buen momento en familia. Es pesimista eso, lo sé, pero tengo mis razones para pensar así.
El caso es que este año ha sido tan extraño, diferente (en el buen sentido de la palabra) pues he replanteado tantas cosas, he botado prejuicios, me he vuelto más crítico y lo mejor de todo, es que el pesimismo ya no me pesa tanto y las dudas de estar vivo tampoco. Uno aprende finalmente, que es importante tomar las riendas de vida diaria y que depende de uno ser o no ser feliz en un momento determinado.
Ahora volviéndo al tema de la navidad, mi visión de las cosas ha cambiado un poco, quizás esta epoca sea de consumismo, y tal vez he seguido la corriente de esta época comprando regalos y gastando hasta mi último peso. La intención sin embargo (mas que el precio) de obsequiar algo te da una sensación de satisfacción muy grande. Eso me alegra porque tal vez estoy recuperándo lo que perdí hace tanto... y pensar eso, me da fuezas para abrigar nuevas esperanzas ser un mejor hombre, tan loco como cuerdo que puede dejar una huella aunque sea en un sólo corazon distinto al propio.
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