5/19/2007

Cuento corto VI

Anoche se nos acercó un señor, extraño por cierto. Nos pidió monedas. Le respondimos que no teniamos. Él, extrañamente nos dió $100 a cada uno. Se marchó y nosotros quedamos perpejos. No por mucho tiempo. El caballero vuelve. Con lágrimas en los ojos para disculparse por su extraño comportamiento. Y quiere llorar. Se toca el pecho, como si le doliera algo dentro. Nos cuenta algo de su familia, un sobrino adicto y calentón. Un intento de ayuda que es inutil y la mala suerte de recibir pura mierda por querer hacerle el bien a los otros... Se va. Vuelve otra vez. Se le ve más calmado. Nos pregunta si hemos visto su autoestima y mira al cielo como buscandola en las estrellas. Despues nos platica de cosas más terrenales. Su casa, su trabajo, su padre, sus peleas. Coquetea con las señoritas presentes. Nos hace bromas a todos. Pero el frío nos llega a los huesos. Debemos irnos. En la quinta ida del señor por la esquina nos despedimos todos. Excepto al caballero de abrigo oscuro, que ya le he perdido la vista. Sólo queda el recuerdo de un extraño suceso del que había que hablar, sólo eso y $100 que guardo aún en mi abrigo. Las noches en la ciudad definitivamente son extrañas pero algo de melancolía guardan, reacias a salir a tu encuentro. Pero quizás no esta noche...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido loco:
Me ha gustado mucho su escrito me recuerda ..a mi en tiempos pasados cuando la luz me despertaba y no me dejaba tranquila hasta cuando botaba lo que soñaba a través de los escritos...Linda historia...
paradojica y extraña....
Pero quien soy yo para decir lo q es normal...