12/03/2011

Final de Práctica. A las puertas de ser un profesional...

El reloj marca las seis treinta en punto. Miro el reloj fijamente mientras el segundero termina la cuenta regresiva. Observo la mesa llena de carpetas y fichas clínicas.
- Todo en orden -. Pienso...
Las fichas clínicas estan completas, los formularios de atención individual también y como olvidar el papeleo de las visitas domiciliarias.
- Acabó, finalmente acabó -. Me quedo con la vista pérdida un rato. No puedo decidir en ese momento si el tiempo voló o pasó muy lentamente estos meses... Pero sé que aprendí mucho de casi todas las formas posibles. Reí, me acongojé, me puse más de alguna vez nervioso por una situación que sabía como afrontar, tic en el ojo. En definitiva, viví una vorágine de pensamientos y sentimientos que aún dan vueltas en mi cabeza en ese momento.
Lentamente me paro de la silla, en el CESFAM* ya no queda nadie, sólo los auxiliares de turno que limpian el recinto. Me quedó y silencio y sonrío encerrado en ese box 12, en ese en que pasé tantas tardes. Me quito el delantal muy lentamente y una vez en mis manos lo vuelvo una bola de tela y lo tiro al suelo eufórico. Me sonrío y lanzo una carcajada y que conste que la cordura no me fue arrebatada en este tiempo. Ordeno mis cosas, sin desesperación. Salgo del box, me despido de las personas que hay sin antes darle un regalo a los presentes que más de alguna vez me ayudaron o facilitaron breves pero buenas conversaciones. Recorro por última vez el lugar, ahora está solitario. Del último que me despido es de don Luis que riega una pequeña y rebelde planta que ha decidido crecer entre las piedras. Cruzo lentamente la amplia sala de espera y me alejo pensando en que me voy de ahí con una pequeña planta que crece aún en mi corazón. ¿Los frutos? Sólo el tiempo dirá cuales serán. Por ahora disfruto de haber terminado esta ardua labor. Miro la estructura del edificio desde la parada de autobuses, ya atardece. Hasta siempre Villa Nonguén.



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