11/27/2006

digo plaza, luces, pasos, gente, llanto y pasos... si... más pasos

Días extraños, más que de costumbre. Ayer por ejemplo, vi a un tipo extraño, decidí seguirlo. Era un tipo como yo, más o menos pequeño y de mirada triste. Iba con audifonos puestos, escuchando música, completamente desconectado del mundo. Entró a varias farmacias, supuse que estaba enfermo. Yo me pregunté quién no... Finalmente fuimos a dar a la plaza de esta pérfida ciudad. Este hombre (o niño, no pude distinguir muy bien) se sentó en la banca esperando, observando como la gente pasaba y los faroles comenzaban ya a alumbrar anunciando que el día se iba. Pasó así el tiempo... no sé cuanto, yo sólo me preguntaba que estaría pensando... Me hubiera gustado hablarle, decirle que en realidad no estaba solo y que hay cosas y gente en la vida que valen la pena. Que no se entristeciera por las circunstacias. Que esto no es más que el comienzo. Pero se cual hubiera sido su réplica. Él hubiera dicho que yo no estaba en posición de hablarle a él de esa forma, que no lo conocía y que nadie sabia quién era él en el fondo. Quizás el Dios... pero él estaba lejos ya. Hubiera dicho que habian heridas muy profundas que nadie lograba dilucidar, porque tal vez a nadie le importaba demasiado ¿A quién le importa el prójimo en estos tiempos? No, yo no estaba en posición de decir nada. Al instante el extraño se paró de la banca y se perdió entre las multitudes calle abajo...

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