11/27/2006

Cuento corto de junio

... Anochecía cuando llegamos a un parque en el extremo noreste de esta ciudad. Nos sentamos callados en unas bancas de piedra, incómodos por un silencio inquebrantable.
-Mira hacia allá.- me dijo mientras señalando un extremo del parque.
-¿Para que?.- pregunté.
-Solo hazlo.- replicó. Torpemente y sin levantarme giré mirando en dirección al extremo señalado. Se hizo el silencio otra vez y sentí su espalda tocando la mía.
-¿Sabes?.- me dijo- Yo siempre pensé que la vida era como estamos ahora. Que siempre iba a haber alguien que cuidaría tus espaldas. Hoy sin embargo, sé que no es así. No hay nadie. Se vive siempre con el miedo de sentir en cualquier momento un cuchillo frío penetrando tu carne desde atrás.
No dije nada. Y prosiguió: .-Pero yo he sobrevivido solo a tantas cosas... Sobreviví a la xenofobia, a la violencia, a la traición, a la desesperanza... ¿Puedes sentir esas cicatrices en mi espalda? En noches como esta arden...
Y yo... yo solo atiné a llorar.

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